25 años es, en otras palabras, un cuarto de siglo; tiempo suficiente para aprender muchas cosas, e incluso dominar alguna disciplina, como un idioma, un instrumento musical o un arte marcial. Si bien no considero que yo domino el arte de vestirme de mujer, sí creo que he aprendido lecciones muy importantes que hoy quiero compartir con ustedes.
La primera de ellas, y probablemente la que más trabajo me costó entender, es que no soy homosexual. Sé que este gusto por vestirme de mujer no va de la mano con mis preferencias sexuales. Soy feminófila, pero sigo siendo un hombre heterosexual, lo que me lleva de la mano al segundo punto que quiero compartir.
No soy y jamáś seré una mujer. Ni quiero serlo tampoco. Es comúń entre la sociedad la falsa idea de que todos los hombres que nos vestimos de mujeres tenemos el deseo de convertirnos eventualmente en una de ellas. Habrá muchas feminófilas para las que sí aplique dicha idea, pero en mí no. Me fascina jugar a ser mujer durante algún lapso, pero no es mi intención cambiar de sexo.
A lo largo de estos años, mi mujer interna ha madurado junto con mi ser masculino, pues cuando ambos éramos adolescentes, pensábamos que la apariencia era lo más importante. Hoy en día, sé que lo que importa más que cómo me veo vestida de mujer es cómo me siento al hacerlo: si me siento hermosa soy hermosa, si me siento sexy soy sexy, si me siento atractiva es porque lo soy. Al final del día, ser mujer es algo que está en mi imaginación, así que más me vale ser la mujer que tengo en mente cuando me visto.
Hablando de imaginación, la mujer que aparento ser cuando me visto vive en mí, y depende precisamente de mí si deseo que el mundo exterior conozca su existencia. ¿Es indispensable salir del clóset? Depende de cada quién. En mi caso, no lo es. Basta con que lo sepan las personas que para mí son importantes y/o sé que lo entenderán y apoyarán esa faceta mía. No quiero que lo sepa el mundo, pues como ya lo dije antes, no deseo ser mujer de manera permanente.
Creo que es momento de dejar este post en pausa, y continuarlo en una segunda parte.
Es un verdadero placer conocer historias fantasticas del gusto de usar ropa de mujer en la intimidad gracias por compartirlas, asi no nos sentimos solos y entendemos mejor lo que nos pasa al trasvestirnos
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Hola me encantan tus historias sería chido poder conversar, me he sentido muy identificada porque así como tú soy feminofila desde muy joven. Un abrazo 😋
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Hola! Gracias por leerme! Con gusto podemos conversar, puedes buscarme en FB como Nadia Mónica Martínez.
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Es así como lo siento y me imagino que muchos más, nos encanta la feminidad, y amamos a las mujeres.
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